
















Un joven científico emula al barón Frankenstein y tras experimentar con muertos y profanar cementerios con ayuda de hombre sin escrúpulos va a parar con sus huesos a la cárcel donde ira tu por donde: vive escondido el barón y compinchado con el alcaide de dicha prisión que le proporciona sujetos y cuerpos para sus experimentos. El joven pupilo se revela ágil, listo y capaz y juntos forman un equipo hasta que el barón le muestra el monstruo que ha creado: enorme y parecido a un gorila de lo peludo que es. Hace años vi a un tipo igual en una piscina en Barcelona, fue por el año 1991, y fue escalofriante. El cabrón se afeitaba las clavículas y la nuca para tener su cuello limpio de aquel pelo: parecía el hombre lobo, su puta madre. Total que al monstruo le sacan el cerebro y le meten el de un científico medio loco prisionero en otra celda y... ¡El monstruo habla, es inteligente y entiende todo! El problema en el que incide el film es el brutal shock de tener un cuerpo normal a verse embutido en un cuerpo extraño, torpe y encima monstruoso. Vemos al monstruo llorar, sufrir y enloquecer dentro de ese grotesco cuerpo, en una interpretación espectacular y emotiva. Al final desentierra su cuerpo enterrado en el patio de la prisión, se vuelve loco y deguella al alcaide de la prisión con una botella rota. Al final le pegan dos tiros en la barriga que lo dejan medio muerto y una multitud lo lincha.
El film merece ser visto, apreciado y disfrutado porque es de lo mejor que jamás hizo la Hammer y de lo mejor que se ha hecho en torno al monstruo de Frankenstein. UN CLÁSICO QUE NO PUEDE FALTAR EN TU COLECCIÓN DE FILMS.
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