Un film descacharrante como pocos. Rodado en un pueblo perdido y semi-abandonado de la España profunda rural nos sacan de la manga este bodrio. Un autobús por una movida a parar al susodicho pueblo al igual que una pareja en coche, los protagonistas, y resulta que encuentran en mesón con comida y bebida pero ni rastro de los aldeanos. Poco después por las noches resulta que anida en ese desolado lugar un grupo de vampiros y se los van mamando a todos con poca sangre y alguna tetilla flacida. Hay un gigantón barbudo (una versión gigante de Bud Spencer que no es otro que Fernando Bilbao) con un hacha matando a peña y se ve muy fugazmente como le corta el brazo a uno. Al final el desastre es total y la pareja escapa en el coche rodeado de vampiros de mierdecilla y van a la comisaría más cercan. Ahí se presentan todos y... ¡NO HAY PUEBLO! Resulta que el paraje es un preciosa montaña verde, por lo que pensamos que era un pueblo fantásma... Pero el último plano del film es el autobús cubierto de barro... en plan la dimensión desconocida. ¿Era en realidad el bus escondido? ¿O era un bus viejo y en realidad sus ocupantes eran también fantasmas? ¿Fantasmas con vampiros? ¿Y el Bud Spencer en plan asesino por en medio? Un bodrio sin pies ni cabeza, malo como pocos y sin nada que destacar o por lo que merezca la pena verlo. Su banda sonora es loca e histriónica como pocas. Ni lo veáis.
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